miércoles, 9 de mayo de 2012

Madera astillada, rocas y fuegos fatuos.


Horas atrás escuchaban mi hermano y un fuego fatuo que se apaga (espero que no por mucho tiempo) esas cosas que se alegan entre cebada fermentada y nubes de tabaco.

Nos poníamos al día en pasiones. Uno más bajito discernía sobre la madera: “Todos somos de madera. La madera cuantos más golpes recibe más se astilla. Toda pieza de madera necesita ensamblarse con otra pieza de madera para formar un todo. Una cómoda, un arcón o una mera estantería. La madera astillada ensambla mejor cuantas menos astillas posee. Por tanto La madera cuanto más astillada más compleja es de ensamblar.” El hermano y el fuego fatuo añadieron que era buena metáfora y sonrieron.



Los tres miraron al suelo. Dos con la esperanza de una lija o pulidora. El fuego fatuo con ganas de arder de nuevo.

Se me pidió hace tiempo un ave Fénix literario. Y surgió. Pero se fue volando. Emigró.

Ahora los restos de la ceniza que no se tornó pluma, se petrifican. Pero las rocas de metal con fuego se vuelven armas. Y con las armas se combate. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario